Anoché hablé con Rimbaud y Verlaine.
Cuando entré en su territorio estaba contenta por muchos motivos pero principalmente por el hecho de estar cerca, de estar solos y de poder conversar como se debe, sin público y sin presiones de tiempo o trabajo.
Cuando estaba tan cerca me di cuenta tan pronto de mis limitaciones que inmediatamente lo sentí a kilómetros luz. En cuestión de segundos se alejó tan rápido que solamente alcanze a sentirme mareada, agobiada , aturdida. Sentí una pequeña maldición asomando por mi garganta pero me la tragué y la deposité en el hígado. Hasta ahora estoy luchando por sacarla.
Cuando realmente me gusta un chico me gusta apoyar mi mano en su pecho y sentir los latidos de su corazón . Es uno de los pocos milagros que creo que existen.
Y en el fondo quiero verlo de nuevo ..Aún no le pregunto en que posición duerme.
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